Si queremos comprender el papel del ser humano sobre la Tierra deberíamos volver a cuestionar un concepto que ha caído en el olvido: la felicidad. Porque, a pesar de que defina la pregunta decisiva para él, esta noción se ha convertido en algo totalmente ininteligible y arbitrario. Si desde Aristóteles la política ha sido configurada como el espacio para la realización de la felicidad, solo un cuerpo a cuerpo con este paradigma podrá abrir nuevos horizontes para repensar en las categorías políticas mediante las cuales el ser humano organiza su relación con el mundo y sus formas de vida. Este ensayo busca descifrar los dispositivos que, operando en la manipulación de lo preindividual y lo precolectivo, han hecho de la felicidad la condición más irrealizable e inaccesible para el ser humano, hasta el punto de ver en la inapropiabilidad su condición de posibilidad.